viernes, 8 de abril de 2011

Anhelos de cambio y ausencia de alternativas

Los movimientos del sur del Mediterráneo se caracterizan por la reivindicación de cambio, de ansias de libertad y de democracia y, al mismo tiempo, coinciden en la ausencia de programas alternativos.

Con excepción del rechazo legítimo a las dictaduras y al sistema instaurado por repúblicas totalitarias y paradójicamente hereditarias, las aspiraciones al cambio no parecen desembocar en movimientos organizados capaces de definirse ideológicamente y de presentar alternativas de gobierno. Alternativas que deberían realizar el cambio sin provocar la pérdida de confianza por parte de inversores nacionales y extranjeros, y dar respuesta a las reivindicaciones de empleo, de bienestar y de crecimiento.

Sea en Túnez o en Egipto, las organizaciones partidistas, los grupos de Facebook y hasta el discurso político en general no parecen ofrecer programas y propuestas de desarrollo.

A pesar de la importancia fundamental que reviste un marco constitucional renovado y progresista, este último no deja de ser un instrumento puesto en manos de actores políticos que, tarde o temprano, terminarán asumiendo la gestión de gobierno. En contextos históricos de esta naturaleza, no se concibe que la elección del ciudadano se dirija hacia la personalidad de los candidatos, sino más bien hacia programas serios y transparentes que les inspiren confianza y que les reconforten en sus sacrificios.

Cierto que nadie puede discutir el impulso democrático que se ha revelado en el sur del Mediterráneo, de la misma manera que no se puedan negar las serias dudas de las opiniones públicas occidentales, en relación con un modelo económico que las ha llevado a la actual crisis y en ciertos casos a la quiebra de Estados.

De allí la urgente necesidad de una hoja de ruta clara y estructurada que permita a los ciudadanos entrever su presente y su futuro con confianza y determinación. Es decir, lo propio de los partidos políticos en cualquier democracia que se respeta.

La actual crisis que atraviesa la democracia representativa occidental nos invita a dudar de la capacidad de los partidos a asumir sus mandatos en armonía con las bases que las han votado. El ejemplo de la elección de David Cameron y las inmediatas medidas impopulares tomadas por su gobierno, en desfase con el programa electoral, no hace más que resaltar la carestía y dificultad del estado democrático. De igual modo el actual conflicto libio, viene a confirmar el fenómeno, poniendo de relieve el antagonismo entre los apoyos parlamentarios a la intervención militar y el rechazo de la opinión pública, reflejada en los sondeos.

Tratando de guardar un cierto optimismo, se puede pensar que las convulsiones sociales y reformas constitucionales que se vislumbran en estos países, sabrán evitar estas imperfecciones democráticas que se han dado en el norte del Mediterráneo.

Es posible que la vía ideal para realizar este ajuste democrático pase por recurrir a más democracia directa a través de de consultas nacionales y locales en temas que interesen a los ciudadanos o que hipotequen su futuro. Otro conducto sería el de reforzar el acceso a las mociones de censura para mantener el dinamismo del proceso democrático. Y por último, quedaría la opción de constitucionalizar principios y acuerdos fundamentales que obliguen a todo equipo de gobierno, cualquiera que sea su inspiración ideológica.

Se trata, a fin de cuentas, de ofrecer al ciudadano la posibilidad de fijar sus necesidades y de ordenar sus prioridades en función de las posibilidades del Estado, antes de recurrir a las formulas de las instancias financieras internacionales que han lucido por sus fracasos.

Los gritos de cambio que se elevan en el mundo, coinciden en culpar a un sistema político y financiero que se ha ido instalando paulatina y perniciosamente desde una mundialización salvaje y desordenada, que sólo beneficia a especuladores y a mercaderes sin escrúpulos. La crisis financiera que se inició en 2008 es prueba suficiente de que los Estados son rehenes de intereses financieros, que terminan por hacer asumir al contribuyente sus déficits, pérdidas de sus especulaciones y sus errores de gestión.

Es hora de que cada cual vuelva a asumir sus funciones naturales, en primer lugar los Estados, protegiendo a los ciudadanos de las derivas del sistema, en espera de los antídotos y del reajuste de un modelo de sociedad que no termina de consolidarse.

Abdeslam Baraka
Rabat 7 de abril 2011

Centro de colaboraciones solidarias






















viernes, 25 de marzo de 2011

Libia no debería ser un campo de experimentación

La última resolución del Consejo de Seguridad sobre la situación en Libia continua siendo objeto de debate y controversias. Como siempre, se trata de la interpretación de los términos de la citada resolución.

A diferencia de las precedentes resoluciones que autorizaban el uso de la fuerza, y donde el mando de la coalición era conocido y ejercía de coordinador de las operaciones y de interlocutor único, en este caso, ese instrumento brilla por su ausencia. A lo sumo, el Consejo de Seguridad pide a los Estados miembros "el establecimiento de un mecanismo apropiado". El hecho es que este mecanismo no se ha puesto en marcha pero los ataques sí que han empezado. Sólo gracias a los medios, sabemos que habría una repartición de tareas por franjas horarias o por zonas, y que el mando militar no estaría definitivamente fijado. Lo cierto es que sólo disponemos de suposiciones y de ninguna certeza, salvo la de la realidad de los bombardeos que intervienen por turno. A última hora nos llega la noticia de que a la OTAN se la podría asignar un papel de apoyo y habría un "mando político" para la operación.

Aunque nos encontramos ante una situación que podríamos calificar de insólita en sí, lo más preocupante se refiere a las divergencias en cuanto a los objetivos.

Si nos referimos a los términos aparentes de la resolución, podemos destacar que exige el alto el fuego inmediato decide el envío de un comité especial de alto nivel con el fin de facilitar el diálogo decide establecer una zona de prohibición de vuelos autoriza a los Estados miembros, a título nacional o por conducto de organizaciones o acuerdos regionales de cooperación, a adoptar todas las medidas necesarias para proteger a los civiles y las zonas habitadas por civiles, excluyendo el uso de una fuerza de ocupación extranjera, de cualquier clase y en cualquier parte del territorio libio.

Estas implican, pues, acciones diplomáticas y militares paralelas que se aplicarían a todas las partes beligerantes armadas con el fin de proteger a los civiles e implementar el diálogo y la Zona de exclusión aérea, así como la puesta en marcha de mecanismos de coordinación y de seguimiento, sin olvidar el cumplimiento del embargo de armas sobre todo el territorio libio.

Vista desde esta perspectiva, la resolución parece privilegiar la vía del diálogo y de la concordia nacional en Libia, bajo la amenaza del recurso a la fuerza con el fin de imponer las exigencias mencionadas. Mientras que sobre el terreno los Acontecimientos parecen tomar otra dirección, ya no son un secreto para nadie las serias críticas de miembros de la comunidad internacional así como las reservas ante ciertos componentes de la coalición,  ¿no sería urgente que el Consejo de Seguridad volviera a tomar cartas en el asunto y precisara el alcance de la acción de la coalición, en el sentido del interés del pueblo libio y del respeto a la legalidad internacional en todas sus dimensiones? Estamos hablando de vidas humanas, de la estabilidad regional y de la preservación de la unidad e integridad territorial de un Estado soberano. Está en juego la credibilidad y el prestigio de una iniciativa de ámbito humanitario internacional, tal como fue presentada y aprobada.

Lo que también es preciso temer es que la explosión de armas de ambas partes, además los bombardeos realizados bajo la cobertura de la ONU, desbaraten y ahoguen un renacimiento responsable, pacífico y cívico de los pueblos del sur del Mediterráneo, que con todo derecho pretenden su plena emancipación y la igualdad internacional.

Los que hoy se escudan en una resolución del Consejo de Seguridad, son los mismos que ignoraron durante décadas los legítimos derechos del pueblo palestino y el exilio forzado de una población martirizada. Y justamente por ello, las resoluciones de Naciones Unidas nunca serán creíbles para los demás pueblos mientras no se apliquen al Estado de Israel.

La humanidad es una e indivisible, la dignidad también. No puedo sentirme libre si mi vecino no lo es. Si admitimos que a causa de un cierto sentimiento de culpabilidad histórica en Europa hacia el pueblo judío, víctima del abyecto nazismo y el fascismo, un Estado pretenda actuar por encima de la leyes internacionales, y que se trate de  justificar una ocupación territorial y el escarnio del pueblo palestino inocente, es que el “nuevo mundo” y “la primavera árabe” no se presentan con buenos auspicios.

Abdeslam Baraka
Centro de Colaboraciones Solidarias

25 de marzo 2011


sábado, 19 de marzo de 2011

Clameurs légitimes et légitimité des urnes

Historiquement les révolutions ont toujours été menées par des minorités agissantes, qui n'en ont jamais bénéficié, à terme. Mais la vrai démocratie s'exprime au travers des urnes, lorsque les uns et les autres sont prêts à accepter son verdict.

Dans une démocratie qui se respecte, les clameurs, même légitimes, ne peuvent remplacer la vertu du vote libre et transparent.

En dehors des urnes, l'expression du peuple demeure sujette aux aléas du rapport de force. On ne peut alors invoquer les valeurs démocratiques universellement reconnues. On court plutôt le risque d'abonder, même de bonne foi, dans le sens d'un totalitarisme exclusif et absolu.

Abdeslam Baraka

Rabat le 19 Mars 2011

Nuestro futuro está en las entrañas de nuestro orgullo

Nos encontramos ante una oportunidad histórica, única, en la existencia de la humanidad, con la obligación de tener en cuenta de que en este mundo global, la revolución de conciencias deber ser igualmente global.

El sistema injusto que padecemos, en el tercer mundo, desde hace décadas, obra maestra y expoliadora de los ex colonizadores y actuales neo-colonizadores, que lo inventaron y lo impusieron al resto de las naciones, se queda hoy sin aliento. Pero de nuevo y en el momento en que los países del sur, lideran las protestas contra ese sistema y sus ejecutores locales, ellos no vacilan en presentarse esta vez, como "libertadores", en una maquinada y apresurada tentativa de acompañar los vientos de libertad. 

Si liberación debe haber, deberá ser global. En cuanto a nosotros en el sur del mediterráneo, necesitamos ser merecedores de independencia de criterio, de decisión y de dignidad, contando sobre nuestra responsabilidad y propia fuerza de voluntad. No creo que nadie sea receptivo a una libertad obtenida a golpe de campañas militares y bombardeos, cualquiera que sea su origen. 

Nuestro futuro esta en las entrañas de nuestro orgullo. Sin ello nada valdría la pena.

Abdeslam Baraka

Rabat el 19 de Marzo 2011

lunes, 7 de marzo de 2011

Mis notas en pro de una democracia útil (3)


Mis notas en pro de una democracia útil (3)

Los países del sur del Mediterráneo y de Oriente próximo, se enfrentan a nuevos desafíos de desarrollo que preserven sus recursos humanos y naturales. Están llamados a contribuir, juntos, a la edificación de un mundo solidario y de paz donde el único denominador común deberá ser el de la democracia y el del respeto de la voluntad de los pueblos.

La cultura de la autoridad debe ceder el paso, en democracia, a la cultura de la autoridad de la Ley. Esta última, solo se impone con la voluntad colectiva de someterse al arbitraje de la disposiciones legales y a la decisión judicial.
El objetivo de la democracia, no es el de desembocar en un modelo único de sociedad sino de permitir la coexistencia de antagonismos y rivalidades, en un marco pacífico de diálogo y de entendimiento.
La democracia no necesita de fórmulas abstractas para conseguir la buena gobernabilidad. El sentido común, la libertad de voto y el consenso en los temas fundamentales constituyen su principal hoja de ruta.
En un Estado de derecho, la democracia no es monopolio de nadie, mas bien constituye el único medio para el ciudadano de poder cambiar el curso de los acontecimientos con los instrumentos reconocidos de las libertades públicas.
El discurso político, si todavía existe, ha perdido su capacidad de movilización y de persuasión. Se hace cada vez más aritmético, más contable y se confunde en cifras y porcentajes que ahogan en tecnicismos cualquier aspiración y voluntad de mejorar la condición de los ciudadanos.
Es importante que el Estado, se mantenga en los limites de su concepto jurídico y que no se erija ni en competidor ni en mero observador. Pero el Estado no puede eximirse de lo esencial del servicio público y social, por muy liberal que sea y por muchos bienes y competencias que pudiera ceder a la iniciativa privada. Su personalidad moral no permite desvincularlo del conjunto de la población que lo conforma, por lo que la responsabilidad de los servicios concedidos o abandonados por los poderes públicos, deberá permanecer vinculada a su misión pública y a lo que debe ser su esencia democrática.
Los países del sur del Mediterráneo y de Oriente próximo, se enfrentan a nuevos desafíos de desarrollo que preserven sus recursos humanos y naturales. Están llamados a contribuir, juntos, a la edificación de un mundo solidario y de paz donde el único denominador común deberá ser el de la democracia y el del respeto de la voluntad de los pueblos. No por ello deberán alejarse de su referente religioso ni de su patrimonio cultural histórico; antes al contrario, su contribución a la nueva era se encuentra justamente en ese legado, en sus enseñanzas, su grandeza y su sabiduría.

Abdeslam Baraka
Rabat 7 de marzo 2011

viernes, 4 de marzo de 2011

Mis notas en pro de una democracia útil (2)

Las reformas políticas son convincentes cuando se inscriben en un itinerario y un programa de ejecución global consensuado y previamente anunciado, que permita una marcha colectiva y decidida hacia el objetivo.

La democracia es una constante adaptación a la realidad, al sentimiento y al resentir de la gente. No es un sistema que se pueda congelar. Debe adaptarse a todas las temperaturas, manteniendo el termostato en la posición: Interés general.
La democracia que no se sustenta en la estabilidad social,  en el dinamismo económico y en la creatividad no tiene posibilidad de sobrevivir. Corre el riesgo de caer en manos de toda clase de extremismos.
Las reformas políticas son convincentes cuando se inscriben en un itinerario y un programa de ejecución global consensuado y previamente anunciado, que permita una marcha colectiva y decidida hacia el objetivo.
El peor servicio que puede rendir un Estado o una colectividad regional u local a los ciudadanos es el endeudamiento excesivo. La falta de transparencia y las razones políticas y electoralistas suelen conducir a ello. Vivir por encima de sus posibilidades puede ser delictivo y en todo caso irresponsable.
La gestión de los asuntos públicos es por definición una gestión colectiva a través de los mecanismos participativos y la rendición de cuentas durante y al término de los mandatos. 
La descentralización efectiva a nivel regional (u autonómico) y local es la mejor expresión de la democracia, siempre y cuando se ejerza en el marco del marco global de la ordenación del territorio nacional. Lo peor del sistema consiste en el riesgo de desdoblamiento de los gastos públicos y proyectos de prestigio. 
Quien asume responsabilidades democráticamente, debe asumirlas solo, bajo control judicial y popular (y no bajo tutela administrativa). El dualismo en la gestión de los asuntos públicos puede constituir un serio freno al desarrollo y al avance en la concretización las aspiraciones ciudadanas.
No es por ser representante del Estado que se es mas nacionalista o mas inteligente que el resto de los ciudadanos. La cuestión no pasa de ser una simple repartición de papeles, funciones y misiones en el marco de una organización necesaria y global. Todos deberán ser sometidos a la misma Ley y al cumplimiento del deber.

Abdeslam Baraka
Rabat 4 de marzo 2011

miércoles, 2 de marzo de 2011

Mis notas en pro de una democracia útil (1)

La ley no es siempre justa. Los mecanismos parlamentarios hacen que se voten por mayoría, leyes injustas que revisten la toga de la legalidad. La ley debe ser justa en el sentido de imponer obligaciones razonables y derechos de impugnación y recurso.

- La lucha pacífica por la democracia necesita coraje y razonamiento. La democracia se ejerce en urnas transparentes y bajo control popular y no a través del quien grita mas. Los gritos de desesperanza también tienen su espacio cuando se manifiestan de manera ordenada y conforme a la Ley. Es la obligación de los partidos políticos y sindicatos canalizar las reivindicaciones. Sin ello, la democracia no existe y se transforma en anarquía.

- Los partidos políticos deben asumir su misión constitucional: Representar a la población, equivale a ser fiel intérprete de sus aspiraciones, sin tapujos ni tártagos.

- Los regímenes parlamentarios nunca fueron necesariamente el mejor sistema de gobierno. Tienen tendencia a inducir a cierta inestabilidad y clientelismo elitista (tercera y cuarta repúblicas francesas, sin citar el caso de Italia). La democracia es ante todo un espíritu y un comportamiento que se puede ejercer en el marco de un Estado estructurado y organizado, al servicio del interés general combinando el parlamentarismo y el presidencialismo, en dosis que tomen en cuenta la realidad de cada sociedad (sin prejuicio del marco monárquico).

- La ley no es siempre justa. Los mecanismos parlamentarios hacen que se voten por mayoría, leyes injustas que revisten la toga de la legalidad. La ley debe ser justa en el sentido de imponer obligaciones razonables y derechos de impugnación y recurso.

- El sistema financiero de bolsas de valores ha fracasado provocando la peor crisis financiera internacional. En su formato actual no está hecho para los países en desarrollo y es hora de reformarlo en los países ricos. No hay lugar a aprovechar la buena fe de los ahorradores para inducirlos en un casino controlado por los grandes inversores  y especuladores de los que desconoce la identidad y dirección.

- El Estado funciona principalmente con las aportaciones fiscales de los contribuyentes. El Estado representa in fine la comunidad de contribuyentes y el resto de la población, y por tanto no puede erigirse en entidad moral distinta y desarrollarse de manera autónoma. Deberá someterse a las exigencias de la comunidad y servir sus intereses.

- Un gobierno responsable es quien respeta sus promesas electorales y quien sirve el interés de sus ciudadanos. Un gobierno responsable rinde cuentas por los actos de sus componentes. Un gobierno responsable es quien, sin artilugios, devuelve la palabra al pueblo en elecciones anticipadas cuando no cumple o no puede cumplir.

- La política exterior forma parte del sentimiento de dignidad de un pueblo. La dignidad en las relaciones internacionales equivale al respeto mutuo en nuestras sociedades. Con respeto y dignidad se avanza, con soberbia y desdén se retrocede. El siglo XXI merece que se sustituya  el lenguaje de la fuerza por el de la fuerza de la razón y el entendimiento. Sino tendremos que reconocer que no habremos avanzado ni un ápice desde la edad media y tiempos remotos a pesar de los avances tecnológicos, científicos y culturales. ¡el ser humano no puede ser tan inconsciente!

- El mercado debe ser libre pero el Estado no puede ser liberal. El Estado es Estado, democrático, regulador, servidor, con misión de seguridad, de defensa, de servicio público, de atención y protección al ciudadano. El Estado no puede ser una empresa privada, del mismo modo que no debe ser agricultor, comerciante ni mucho menos broker.

- Los desmembramientos del Estado (oficinas públicas, empresas estatales, participaciones del Estado, colectividades locales...) deben poder ser controlados de manera directa por la soberanía popular y por sus representantes a nivel nacional, siempre y cuando se benefician de la ayuda estatal.

- Una democracia bajo el yugo de la disciplina partidista extrema, atenta contra la autonomía de la voluntad popular y neutraliza el principio constitucional de libertad de voto de los representantes de la nación. La democracia se hunde cuando se transforma en práctica del voto aritmético.

-La dictadura de un partido mayoritario, también se puede dar en democracia. El Pueblo no debe ser un campo de experimentación. Deben haber derechos fundamentales que no se alteren por el cambio de mayorías. La única manera de cambiar esta situación es tenerla inscrita en la constitución de cada país. El voto popular no es un cheque en blanco.

- Los que pretenden hablar en nombre del Pueblo deberían tener la osadía de presentarse ante el para merecer el mandato popular y poder hablar en su nombre según su delegación, pues nunca se trata, en democracia, de un mandato universal y permanente (una cosa es analizar y otra muy diferente es expresarse en nombre de los demás).

Abdeslam Baraka


Rabat 2 de marzo 2011