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martes, 6 de marzo de 2012

Periodismo poco locuaz

Una gran pena que el periodismo, esa profesión tan noble y ardua y cuán apasionante, no sea tan locuaz para seguir informando del sufrimiento de Pueblos atrapados entre la espada y la pared, entre afanes revolucionarios y ambiciones mucho menos nobles, abandonados a su suerte después de haber sido noticia y objeto de propaganda, cuando las acciones estratégicas internacionales así lo exigían. 

Parece que al igual que el fracasado orden financiero mundial, sería también hora para el periodismo liberarse del yugo del capital y de la manipulación.

Por suerte, unos pocos periodistas comprometidos con su profesión, siguen informándonos con la verdad a la punta de sus plumas o mejor dicho, por los tiempos que corren, al son de sus teclados, arriesgando sus carreras y poco o mucho mas.

La primavera árabe promete arrebatar truenos  y tormentas al invierno y los medios de comunicación parecen haberse quedado en vilo con los aromas de jazmín. 

Abdeslam Baraka

Rabat 6 de Marzo 2012

miércoles, 10 de agosto de 2011

El fracaso del modelo dominante

No es utópico pensar que la razón y la voluntad de los pueblos, puedan forzar el giro decisivo que necesita la humanidad para retomar las riendas de su destino.

Cuando el 13 de Octubre de 2008 publicaba en la tribuna del diario El País el artículo titulado “La crisis financiera vista desde Rabat”, citaba al entonces secretario del tesoro americano Henry Paulson quien al presentar su plan de rescate ante el congreso de EE.UU., confesaba: “si no se aprueba, que Dios nos ayude”. Entonces no podía imaginar todo lo que quedaba por llegar. Aunque concluía mi artículo vaticinando que dicho plan parecía a todas luces insuficiente, nunca pensé que tres años después, el Altísimo seguiría siendo solicitado, a pesar de las relucientes fotos de familia del G20 y de los numerosos anuncios de medidas de regulación y de buen gobierno.

Hace poco, el Presidente Obama advertía que si el Congreso no llegaba a un acuerdo para elevar el techo de la deuda federal, el mundo corría hacia el peligro de una “crisis global”. Pero el nuevo plan se queda corto a pesar de su aprobación, pues no evita las repercusiones previstas por falta de acuerdo y no desactiva la espiral de desconfianza de los mercados financieros.

Tres años después, la segunda gran réplica de la crisis financiera esta servida, de nuevo desde los Estados Unidos . En el intervalo, varios Estados del viejo continente entraron en quiebra, otros retomaron el uso de la porra para implementar duras medidas de austeridad y tratar de yugular el descontento popular creciente. Se inició una nueva guerra en Libia y la “Primavera Árabe” sigue prometiendo ser larga, corriendo el riesgo de quedarse fuera de temporada y hacer durar una funesta lucha fratricida.

Ante la perdura de la crisis y sus rebotes ya no hay lugar a tergiversaciones y falsas promesas. Los remedios propios al sistema no han dado resultado y los expertos en la materia no pueden dar mas de sí. Sus fórmulas de reducción del déficit, del aumento del impuesto, de recortes sociales, de reforma laboral para desbaratar y facilitar el despido, de fomento del crecimiento a través del consumo…etc., han provocado suficientes estragos y derramado muchas lágrimas.

Nadie alude al equilibrio social ni a los derechos inherentes a la condición humana con la consecuente prioridad que se merecen. Hasta el ideal democrático se ve salpicado por el sometimiento de los gobernantes a un mercado dominante, sin juicio ni reglas y no queda a los pueblos mas remedio que indignarse, cada cual a su manera.

El crecimiento a nivel de cifras y estadísticas no lo es todo, máxime cuando se trata de un crecimiento forzado por medio de la agravación del endeudamiento de las familias o a través de obras de prestigio y de oportunismo electoralista. Esa clase de crecimiento a toda costa no hace mas que inflar la burbuja que nos sumerge en un largo sueño del que solemos despertarnos repentinamente atónitos y desilusionados. De igual manera, el crecimiento no puede ser global, puesto que los pueblos no disponen del mismo nivel de desarrollo y riquezas. La actual situación de los países del sur de Europa lo ilustra perfectamente.

En espera de que los economistas se pongan de acuerdo sobre los factores determinantes de un desarrollo duradero, equilibrado y humano, pertenece a los políticos retomar la iniciativa, recobrando su autonomía de decisión, sustentada en el mandato popular y hacer uso del sentido común.

Se trata en primer lugar, para cada Estado de conocer sus posibilidades y de reconocer sus límites en el marco de la transparencia democrática responsable, priorizando la formación, la salud y el bienestar mínimo razonable de su pueblo antes que cualquier gasto superfluo.

En segundo lugar, hacer del recurso a mas democracia directa una tendencia irrevocable, cada vez que se tengan que tomar decisiones de envergadura que comprometan el futuro de los ciudadanos. Y por fin, tratar de rescatar la condición humana de la espiral consumista en la que se ha visto envuelta, no siendo exagerado tampoco hablar de liberarla de la situación de casi esclavitud y de estrés a la que la someten las luchas de competitividad y de rendimiento empresariales.

No es utópico pensar que la razón y la voluntad de los pueblos, puedan forzar el giro decisivo que necesita la humanidad para retomar las riendas de su destino. No hay razón para que no encuentre su equilibrio en nuevas sendas en armonía con su condición y con la tierra que la acoge y que la nutre.

Rabat el 10 de agosto 2011.

Abdeslam Baraka

jueves, 5 de mayo de 2011

Violencia duradera


Lo que parecía tomar los colores de primavera, en aras de un renacer democrático y pacífico al sur del Mediterráneo, se esta transformando en un proceso sangriento y devastador, con consecuencias imprevisibles sobre la situación geopolítica y el futuro de los pueblos de la zona. Sin embargo, desde los primeros brotes de la revolución del Jazmín, que supo mantener el relativo carácter pacífico del movimiento, a pesar de su espontaneidad y ausencia de liderazgo, la mayoría de los observadores no dudaban en apostar por la teoría de los dominós, cuando no se arriesgaban a la imprudente comparación con la caída del muro de Berlín. 

Los trágicos acontecimientos que se viven actualmente en varios países Árabes, invitan a superar la mirada crítica sobre teorías y predicciones que se hicieron en su momento, para centrarse sobre la gravedad de la situación en razón del estancamiento de unos conflictos inicialmente internos que manifiestamente, tienden a transformarse en verdaderas guerras civiles, con serias consecuencias sobre el entorno de vecindad y con riesgos de internacionalización.

El caso de Libia, aún siendo el mas conmovedor, no es mas que la punta del Iceberg. Todo indica que los peculiares vientos de cambio que han soplado y siguen, en la ribera sur del Mediterráneo se habrían beneficiado, en sus primeros soplos, del efecto sorpresa que ha dejado desarmados a regímenes no adeptos a la libertad y a la protesta popular y sobre todo, convencidos de poder amordazar cualquier anhelo de libertad y movimiento democrático que se manifieste. La resistencia que oponen, hoy en día, regímenes similares a los que han sido derrocados de manera rápida y sorprendente, augura tiempos de tempestades y tormentas.

Por otra parte, nuevos factores han entrado en juego, en particular, la controvertida resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, temeraria para unos, necesaria para otros, pero que no deja de ser peculiar, por la elasticidad que permite a nivel de interpretación y eventual ampliación de la intervención autorizada. Una operación que empezó bajo el nombre clave de "Alba de la Odisea" y terminó en manos de la OTAN bajo el nombre de "Protector Unificado", sin resultados contundentes hasta el momento.

Otro foco de tensión que no se puede despreciar, se sitúa en Bahrein, con la intervención de apoyo militar por parte del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, así como la consecuente reacción iraní. En este caso, el elemento confesional y el contencioso territorial latente, incrementan seriamente el nivel de alerta en la zona.

El caso de Yemen es aún mas complejo. La composición tribal de la sociedad y la proliferación de armas de todo calibre en el país, constituyen una seria amenaza a la estabilidad de los Estados vecinos de Arabia Saudí y de Oman, sin hablar de su situación estratégica en el golfo de Aden  que representa un escollo de peso a la navegación marítima, en particular, en lo que atañe a la ruta del petróleo.

Queda por mencionar, por ahora, el caso de Siria que empieza a preocupar seriamente a la comunidad internacional, en cuanto a la violencia prevaleciente en varias zonas del país, a tenor de las manifestaciones persistentes. En este caso también, las posibilidades de desbordamiento sobre el entorno próximo son altas y revisten una sensibilidad particular, dada la vecindad con Israel, Líbano y Turquía y las consecuentes implicaciones políticas, confesionales y étnicas, propias de un hervidero histórico que sigue vivo.

Ante tal panorama, la cuestión es saber si la comunidad internacional esta dispuesta a presenciar, de manera atónita, tanta inestabilidad y persistente violencia en una zona vital para la economía mundial y la paz universal. ¿O es que un conflicto de mayor envergadura se vislumbra en el horizonte?

Todo indica que un nuevo orden regional está en gestación, en el que Turquía, en su calidad de potencia militar y de ejemplo democrático de corte confesional moderado, está tomando posición para jugar un papel fundamental en las próximas etapas.

Cualquiera que sea el curso que tomen los acontecimientos, es preciso recordar que el conflicto palestino-israelí, seguirá siendo clave en la toma de decisión occidental. Es posible, que todo dependa de la postura de Israel frente a la ocasión histórica que se le presenta, desde la reconciliación reciente de las diferentes facciones palestinas, en vistas a garantizar una paz duradera, su propia seguridad y tener el privilegio de sonar el tañido fúnebre del "choque de civilizaciones".  


Abdeslam Baraka
Rabat  a 30 de abril 2011
Observación: El diario El País publicó el día 14/5/2011 un reportaje firmado Enric González, desde Jerusalem bajo el título "La primavera árabe se tiñe de sangre". Me sorprendió la similitud flagrante del reportaje con el presente artículo, por lo que hice una denuncia ante la defensora del lector del propio diario, sin mas pretensión que la de una excusa pública del periodista. Ustedes juzgarán.

Enlaces de publicación en otros medios

viernes, 25 de marzo de 2011

Libia no debería ser un campo de experimentación

La última resolución del Consejo de Seguridad sobre la situación en Libia continua siendo objeto de debate y controversias. Como siempre, se trata de la interpretación de los términos de la citada resolución.

A diferencia de las precedentes resoluciones que autorizaban el uso de la fuerza, y donde el mando de la coalición era conocido y ejercía de coordinador de las operaciones y de interlocutor único, en este caso, ese instrumento brilla por su ausencia. A lo sumo, el Consejo de Seguridad pide a los Estados miembros "el establecimiento de un mecanismo apropiado". El hecho es que este mecanismo no se ha puesto en marcha pero los ataques sí que han empezado. Sólo gracias a los medios, sabemos que habría una repartición de tareas por franjas horarias o por zonas, y que el mando militar no estaría definitivamente fijado. Lo cierto es que sólo disponemos de suposiciones y de ninguna certeza, salvo la de la realidad de los bombardeos que intervienen por turno. A última hora nos llega la noticia de que a la OTAN se la podría asignar un papel de apoyo y habría un "mando político" para la operación.

Aunque nos encontramos ante una situación que podríamos calificar de insólita en sí, lo más preocupante se refiere a las divergencias en cuanto a los objetivos.

Si nos referimos a los términos aparentes de la resolución, podemos destacar que exige el alto el fuego inmediato decide el envío de un comité especial de alto nivel con el fin de facilitar el diálogo decide establecer una zona de prohibición de vuelos autoriza a los Estados miembros, a título nacional o por conducto de organizaciones o acuerdos regionales de cooperación, a adoptar todas las medidas necesarias para proteger a los civiles y las zonas habitadas por civiles, excluyendo el uso de una fuerza de ocupación extranjera, de cualquier clase y en cualquier parte del territorio libio.

Estas implican, pues, acciones diplomáticas y militares paralelas que se aplicarían a todas las partes beligerantes armadas con el fin de proteger a los civiles e implementar el diálogo y la Zona de exclusión aérea, así como la puesta en marcha de mecanismos de coordinación y de seguimiento, sin olvidar el cumplimiento del embargo de armas sobre todo el territorio libio.

Vista desde esta perspectiva, la resolución parece privilegiar la vía del diálogo y de la concordia nacional en Libia, bajo la amenaza del recurso a la fuerza con el fin de imponer las exigencias mencionadas. Mientras que sobre el terreno los Acontecimientos parecen tomar otra dirección, ya no son un secreto para nadie las serias críticas de miembros de la comunidad internacional así como las reservas ante ciertos componentes de la coalición,  ¿no sería urgente que el Consejo de Seguridad volviera a tomar cartas en el asunto y precisara el alcance de la acción de la coalición, en el sentido del interés del pueblo libio y del respeto a la legalidad internacional en todas sus dimensiones? Estamos hablando de vidas humanas, de la estabilidad regional y de la preservación de la unidad e integridad territorial de un Estado soberano. Está en juego la credibilidad y el prestigio de una iniciativa de ámbito humanitario internacional, tal como fue presentada y aprobada.

Lo que también es preciso temer es que la explosión de armas de ambas partes, además los bombardeos realizados bajo la cobertura de la ONU, desbaraten y ahoguen un renacimiento responsable, pacífico y cívico de los pueblos del sur del Mediterráneo, que con todo derecho pretenden su plena emancipación y la igualdad internacional.

Los que hoy se escudan en una resolución del Consejo de Seguridad, son los mismos que ignoraron durante décadas los legítimos derechos del pueblo palestino y el exilio forzado de una población martirizada. Y justamente por ello, las resoluciones de Naciones Unidas nunca serán creíbles para los demás pueblos mientras no se apliquen al Estado de Israel.

La humanidad es una e indivisible, la dignidad también. No puedo sentirme libre si mi vecino no lo es. Si admitimos que a causa de un cierto sentimiento de culpabilidad histórica en Europa hacia el pueblo judío, víctima del abyecto nazismo y el fascismo, un Estado pretenda actuar por encima de la leyes internacionales, y que se trate de  justificar una ocupación territorial y el escarnio del pueblo palestino inocente, es que el “nuevo mundo” y “la primavera árabe” no se presentan con buenos auspicios.

Abdeslam Baraka
Centro de Colaboraciones Solidarias

25 de marzo 2011