domingo, 22 de octubre de 2017

Carta del moro a su buen amigo cristiano

Ya va siendo hora, querido amigo, 
De decir nuestra amistad.
Es tan natural, sólida y duradera
Que sería una pena que no se supiera.

No es que deba servir de ejemplo,
Se que ni tu ni yo pretendemos a tanto.
Ni nos interesa serlo ni para bien ni para mal;
Aunque no tengamos nada que ocultar.

Pero sí, que se sepa que somos hermanos
Con una pizca, diría yo, de preferencia
Sea por tu parte o por la mía
Por tan profundo amor mestizo.

Amor, cierto es amor, 
Por una idea, por un proyecto
Nacidos por un bien común
Y convicciones compartidas.

Es amor al ajeno,
Amor a la diferencia
Amor a la buena vecindad
Amor cristiano y mahometano.

Tu cultura no fue la mía
Y tampoco la mía fue tuya
Pero las dos son grandes
Por servir la humanidad.

Pero por grandes que sean y porque lo son,
Ni se ofuscan ni se estremecen
Por saludar belleza y excelencia
Y hacer reverencia a la cultura gemela.

No quiero que sean largas
Estas palabras sinceras de reconocimiento
Yo de ti aprendí tantas cosas
Como tantos discípulos tuyos en su momento.

Recordaré con orgullo nuestras charlas
Después de esos tantos y bellos recorridos
Por llanuras, desiertos y mas halla de las montañas del Atlas
Encuentros y baladas por tantos senderos desconocidos.

Hicimos algo juntos,
Ni valoro ni me paso en ilusiones
Pero juntos echamos mano,
A ideales que se hacen realidad.

¡Que bien me siento en este momento!
Acariciando mi teclado de buen agrado, 
Para decir gracias al buen amigo cristiano,
Por la amistad que doy y recibo de un ser humano.

Abdeslam Baraka
Rabat el 22 de octubre de 2017

A mi querido amigo José Carlos Garcia Fajardo
Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid

2 comentarios:

  1. Carta del español, ciudadano del mundo, a su buen amigo, el hombre muy culto y de dimensión universal que nació en Marruecos, y es moro por los cuatro costados .
    Querido amigo, Abdeslam,
    “… que se hizo pequeño el cielo para los pájaros”, jarcha sefardí, recuperada en Marruecos. ¿Cómo sería el primer hemistiquio?
    Me emociona tu poema, los más hermossos no guardan más rima que la del corazón y la sabiduría. Lo suscribo y lo comparto. Esta es la gran herencia árabe/cristiana, junto a las raíces greco/latinas, durante más de mil trescientos años, en el 710 Tarif nos hizo visita auspiciado por judíos y godos rebeldes
    como el conde Julián… y hasta la fecha. Hasta para los torpes que no saben que utilizan raíces, palabras, expresiones, comidas, acequias, arquitectura, astronomía, medicina, gestos y hasta en la música, las danzas y los misterios: ¡hablan árabe sin saberlo!, como aquel tipo que se asombró cuando supo que hablaba ¡en prosa!
    La haré llegar a los amigos robadores de momentos y, sobre todo, a los más de doscientos periodistas que participaron en aquellas inolvidables aventuras que se preparaban, con la colaboración de los profesores de árabe que nos facilitabas y las charlas de expertos en Islam, árabes, bereberes,y espetar la qaïda, en tantos fines de semana en Guadarrama, durante todo el curso para saborear y reconocernos en los diez días de viaje… Como si fuéramos en caravana para compartir experiencias y sentimientos al atardecer, en las jaimas en las gargantas del Todrá, o junto al mar en Essaouira o bajo las estrellas en Zagora, Merzouga, así como en tantas ocasiones tus recepciones y acogida en vuestra casa de la Embajada en Madrid y en Rabat o en Asilah, o en las puestas de sol en el espléndido “estanque” de la Ménara y en los jardines del Agdal, en Marrakech, la ciudad de los tres colores, ocre de sus murallas, blanco de la nieve y el azul del cielo, cantando y recitando poemas, cada uno de nosotros lo que quería decir, compartiendo silencios y algún estremecimiento por no poder detener el tiempo. Allí aprendimos que no existe sino que lo vamos haciendo… (sigue)

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  2. (continua Carta del cristiano al moro)Inolvidables para siempre han sido los silencios y los ojos brillantes en la cima de las dunas de Merzouga para ver amanecer por el lejano oriente mientras sentíamos el inefable “crujir” al moverse las arenase, sobre las que estábamos los 50 o 60 de la caravana (más los choferes de los jeeps que nos conducían por el desierto animados por nuestro chófer español que nadie podría distinguir de ninguno de los “Ibn Batutas” en que se habían convertido los futuros periodistas... y hasta algunos camelleros que nos acompañaban hasta la cima y se sentaban, descalzos como nosotros, en el más absoluto silencio que jamás hayamos vivido. Las tertulias con Goytisolo en el Café de France y hasta sobre una terraza de Djemaa El Fnaa para "hablar y soñar" bajo las estrellas.
    Nunca sabrá tu Gobierno el inmenso servicio que has hecho a la causa de saber recuperar nuestras auténticas raíces greco-latinas-judeo-cristianas-árabe-musulmanas y el justificado y sólido respeto ante vuestro querido país y el “descubrimiento” de nuestra propia sangre que hoy, como periodistas de prestigio, siempre me emocionan al leerlos. Y cómo nos abriste los caminos para llevar miles de libros a bibliotecas en Marruecos. Esto llevaría a esos hoy conocidos periodistas, a abrirse a la llamada de África, de los pueblos de América y muchos de ellos de la gran civilización china… ya entonces muchos aprendieron árabe y chino, amén del inglés, desde hace décadas. He intentado contar algo en mis libros “Marrakech, una huida”, “Jhany, una búsqueda” (Taroudant) y espero terminar a tiempo… “El sereno de Asilah” que le había prometido a Benaïssa. Y también sé que aparecerá en las múltiples “Remembranzas” que estoy escribiendo, sin orden ni concierto, pero tres o cuatro horas al día..
    Pero eso… ya no nos afecta porque como tantas veces repetimos: “Yo sé quién soy”. Y nosotros nos sabemos responsables del rastro que dejamos y de la luz que nos alienta.
    Un fuerte abrazo, hermano Abdeslam, y para esa mi querida familia marroquí.
    José Carlos García Fajardo

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