miércoles, 7 de noviembre de 2007

Réplica a Gustavo de Aristegui

En el actual debate diplomático y mediático entre Marruecos y España, iniciado por la reciente visita de SS.MM. los Reyes D. Juan Carlos y Dña. Sofía a Ceuta y Melilla, me interpela de manera muy particular la intervención del Diputado Gustavo de Arístegui y San Juan en la cadena cityfmradio.com, publicado en la página web de la misma, bajo el titulo « como llevarse mal con Marruecos y Argelia al mismo tiempo».

Conociendo las aptitudes y conocimientos históricos y políticos notoriamente reconocidos del Sr. Gustavo de Aristegui, me sorprende que mezcle en un mismo debate, cuestiones de derecho internacional y otras de índole estrictamente de política interior y electoralista.

La ética que rige la conducta de un político no se juzga únicamente a través de su habilidad en la presentación o ocultación de sus argumentos, sino a por de la objetividad del razonamiento, la veracidad de sus dichos y la adecuación a legalidad establecida sea nacional o internacional.

Sin querer entrar en polémicas absurdas, quiero recordarle que la carta de Naciones Unidas firmada el 26 de Junio de 1945, se proponía poner fin a todas las situaciones de conflicto « y suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz; ».

Que justamente esa carta que viene a dar nacimiento a un nuevo orden mundial basado en nuevos principios y reglas de derecho internacional, anula de hecho y derecho todos los convenios y acuerdos leoninos o situaciones de hecho anteriores (inclusive las herencias de 1585 y tanto debería dolerle a D. Gustavo de Arístegui recordar la época en que se podían heredar seres humanos) .

Que la constitución española nunca se refirió, citando les ciudades de Ceuta y Melilla, al territorio, sino que se limitó a citar las « poblaciones » y a las « ciudades», dedicando por lo tanto a dichos presidios una referencia jurídica especifica, a diferencia de las autonomías españolas.

Sin ir mas lejos, le recomendaría al Sr. Gustavo de Arístegui, releer el libro blanco del ex presidente de Alianza Popular D. Fraga Iribarne, así como los excelentes libros del difunto Embajador D. Alfonso de la Serna y el Embajador D. Máximo Cajal.

No quiero citar a mas personalidades españolas que creen en las virtudes de la buena vecindad y que rechazan con certeza el anacronismo de situaciones coloniales del pasado ni tampoco quiero hacer paralelismos sobradamente conocidos.

Basta con recordar, que el ex Presidente de EE.UU Dwight D. Eisenhower, recomendó a las autoridades españolas en 1956, devolver a Marruecos toda su Africa occidental.

Podría igualmente recordar, refiriéndome al Profesor Abdelhadi Tazi en su Enciclopedia sobre la diplomacia marroquí, que Marruecos había resaltado desde un principio ante las instancias internacionales, la Declaración Común del 07/04/1956, por la cual España había "reafirmado su voluntad de respetar la unidad territorial de Marruecos" y se comprometía a tomar "todas las medidas para hacerlo efectivo".

En este marco, el difunto Rey Hassan II había recordado en 1961 en Belgrado, durante laCumbre de los no-alineados, la presencia colonial española en Marruecos.

Las legítimas reivindicaciones sobre las dos ciudades y las Islas vecinas recibieron entonces en el seno de la comunidad internacional, un amplio y fuerte apoyo.

De este modo el Consejo de Ministros de la Organización de la Unidad Africana adoptó, durante su 24º Sesión Ordinaria, llevada a cabo en Addis-Abeba del 13 al 21 de febrero de 1975, la Resolución Nº CM/Res. 389 XXIV relativa a los enclaves coloniales en la costa del Norte de Marruecos". En el primer párrafo el Consejo "expresa su entera solidaridad con el Reino de Marruecos por la recuperación de los enclaves coloniales de su costa norte".

Por su parte, el Consejo de la Liga de los Estados Arabes adoptó, durante su 63º sesión ordinaria llevada a cabo en El Cairo del 4 al 26 de abril de 1975, la Resolución Nº 2334 por la cual decidió “sostener de manera absoluta las reivindicaciones del Reino de Marruecos por la recuperación de Ceuta y Melilla, las Islas Jaafarinas y los peñones de Alhucemas y Velez.

Igualmente, el Consejo Islámico de los Ministros de Relaciones Exteriores adoptó durante la 6ª sesión ordinaria llevada a cabo en Jeddah del 12 al 15 de julio de 1975, una Resolución por la cual decidió “dar un apoyo total al Reino de Marruecos en su reivindicación por la recuperación de su soberanía sobre las ciudades de Ceuta y Melilla y las Islas que le son anexadas”.

Por último, la Conferencia de los Países No-Alineados que se llevó a cabo en Lima (Perú) del 25 al 30 de agosto de 1975, declaró que “los Países No-Alineados expresan su pleno apoyo a las reivindicaciones del Reino de Marruecos por la recuperación de su jurisdicción territorial sobre las ciudades de Ceuta y Melilla, Islas y enclaves” y solicitó “a España iniciar negociaciones directas con Marruecos a fin de tomar medidas para su restitución inmediata”.

El Dr. Abdellatif Filali, Primer Ministro, Ministro de Asuntos Extranjeros, renovó el 29/09/94 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas la reivindicación marroquí sobre Ceuta y Melilla y pidió en esa circunstancia un proceso de descolonización similar al reservado para Hong Kong, Macao y Gibraltar. Esta actitud fue la continuación del Discurso Real del 03/03/94 en el cual el difunto Rey Hassan II subrayó que “la solución no podía esperar demasiado para poner fin a una situación anacrónica”. La misma posición fue reiteradamente replantada en la asamblea general de Naciones Unidas.

Por otro lado, al firmar el 26/05/88 con la CEE el Protocolo del Acuerdo de Cooperación el Gobierno marroquí llevó a conocimiento de la CEE “que ninguno de los compromisos subscriptos por el Reino en calidad de Acuerdos (antes citados) cualquiera sea su interpretación, podrá tener consecuencias jurídicas sobre la posición del Reino de Marruecos con relación a Ceuta y Melilla”.

En abril de 1988, la Representación Permanente de Marruecos ante las Comunidades Europeas había notificado a la Secretaría General del Consejo de las Comunidades Europeas una nota para llamar la atención de la CEE sobre la posición de Marruecos referente al status territorial de los enclaves dentro del contexto de la adhesión de España a la CEE, que se hizo efectiva desde el 1º de enero de 1986.

Estas quejas marroquíes expresadas mediante reservas encontrarán una respuesta en la carta del 03/06/85 dirigida por Claude Cheysson, entonces Presidente de la Comisión de la CEE al señor Karim Lamrani, ex Primer Ministro, relativa al status jurídico de Gibraltar, por una parte, y de Ceuta y Melilla, por otra parte, con respecto a la Comunidad. En dicha carta, Cheysson había precisado, entre otras cosas, que Gibraltar y Ceuta y Melilla están sometidas a regímenes basados en los mismos principios; comprenden derogaciones similares a leyes y prácticas comunitarias en virtud de situaciones y regímenes particulares que gobiernan las relaciones entre estos territorios y los miembros de la comunidad concernientes.

Estas derogaciones reflejan, en consecuencia, la situación preexistente a la adhesión de los Estados en cuestión y traducen esta situación en el plano del derecho comunitario.

Aún así, Marruecos siguió reclamando una solución bilateral recordando que la propuesta de célula de reflexión conjunta, sigue siendo el mejor medio para debatir del futuro de Ceuta y Melilla.

Quisiera subrayar, para terminar, que S.M. el Rey Mohamed VI es ciertamente uno de los hombres de Estado con mas coraje y espíritu de dialogo y apertura que ha conocido Marruecos y que hoy mas que nunca España y Marruecos tienen la ocasión histórica de resolver su contencioso fronterizo y abrir una nueva era de paz y prosperidad en beneficio mutuo de sus respectivos pueblos.

No perdamos tiempo en diatribas estériles o políticas obsoletas. Las obligaciones de vecindad nos interpelan.

Los políticos son juzgados históricamente por la certeza y el coraje de sus decisiones, hoy toca a los de turno. Marruecos por su parte estará a la altura de sus responsabilidades.

Abdeslam Baraka

Rabat el 7 de Noviembre del 2007

Enlaces de publicación en otros medios

Publicado en www.infomedio.org

jueves, 24 de mayo de 2001

Educación y democracia

Conferencia: Educación y democracia

5º Encuentro entre dos culturas, bajo el lema:

Educación y Democracia Organizado por Atime y la Revista, los cuadernos del norte.

Quisiera aportar, dentro de lo que permite una breve intervención en sesión inaugural algunas reflexiones sobre el tema, ateniéndome al marco hispano-marroquí, que es el que sugiere el encuentro entre dos culturas.

La primera interrogación que se impone concierne la naturaleza de la Educación en relación con el modelo de Democracia.

I- ¿Que educación, para que modelo de democracia?

Me llamó la atención una frase pronunciada por el Presidente Felipe González en una de sus conferencias, cuando dijo, que lo que mas temía era el fundamentalismo democrático. Con esta afirmación, el conferenciante, planteaba , lo que en un entorno democrático, se debe temer y evitar, del mismo modo que introduce el verdadero debate sobre la democracia, su practica, sus valores y limites.

En el contexto del encuentro que nos ocupa, entre dos culturas, el planteamiento resulta de una idoneidad sorprendente.

¿Nos llevaría, la practica de la democracia, unos y otros, a un solo modelo de sociedad? ¿Seria el objetivo de la propia democracia como pretenden algunos? ¿O seria la propia democracia, la que nos permita arrimarnos a nuestras identidades respectivas y preservar nuestras culturas y creencias, asegurando, de esta manera, la convivencia?

Son preguntas que podrían resultar sorprendentes para algunos, alegando la evidencia de los valores democráticos, que solemos evocar, enumerando las libertades y raramente las obligaciones. Pero la vida real invita a considerar los prejuicios y a veces la soberbia de los que dudan de una democracia "con turban". Del mismo modo que cabe interrogarse sobre los que disponen, en el mundo, del relativo poder económico, de la comunicación y la fuerza, y que intentan a través de esos medios imponer su propia concepción de la democracia.

La segunda interrogación concierne el objetivo y metodología de la educación democrática.

II- Objetivo y metodología de la educación democrática

La democracia, no es ciencia ni es religión. Tampoco se trata de una asignatura que se pueda inculcar aparte. Tocqueville decía, que la comuna es para la democracia lo que la escuela primaria es para la ciencia. Es cierto a nivel de formación política y de gestión, pero de lo que hoy en día se trata, es de un concepto mas amplio y global. Se trata de un comportamiento. Y el comportamiento no se infunde solo en la comuna, no se aprende solo en un parlamento y no se enseña solo en la escuela.

De ahí, la necesidad de identificar, fomentar y arraigar en cada cultura, los principios que coinciden con los valores universalmente reconocidos como democráticos. Para que el comportamiento democrático, diría el reflejo democrático,
sea un aprendizaje natural y permanente; empezando por el respeto al otro, es decir, a sus tradiciones, creencias y posibilidades, sin menospreciar el aprendizaje de la humildad.

El equilibrio, el camino medio, la balanza, son conceptos fundamentales que deben acompañar toda democracia. Esta ultima, nos es solo Libertad, es mas bien la mejor manera de organizarla, y paradójicamente, la voluntad de la sociedad de poner los limites necesarios a cada libertad, con vistas a garantizar la convivencia colectiva.

Es obvio, que el sistema democrático ofrece el marco menos imperfecto de los sistemas de gobierno. Aunque no es menos cierto que corre, permanentemente, el riesgo de pecar por defecto o lo que puede ser peor, de pecar por exceso. Digo peor porque entonces conllevaría los gérmenes de la reacción y la semilla de su propia destrucción.

La practica de la democracia en una sociedad dada es fundamental, pero su preservación en el marco de la Ley, del camino medio y del equilibrio, es vital.

A este respecto hay que reconocer que el interesante debate que anima, actualmente, a la sociedad marroquí es de buen augurio.

III-El proceso democrático marroquí

Muchos son los comentarios que tratan de valorar en un sentido u otro, la trayectoria actual del proceso democrático marroquí, unos razonable y objetivamente y otras a partir de la soberbia ya mencionada.

Lo cierto es que se trata de un nuevo impulso irreversible en el que participan todos los componentes de la sociedad marroquí, que merece el respeto y el apoyo de los pueblos hermanos y amigos.

Al frente de esta marcha firme y decidida, se alza Su Majestad el Rey Mohammed VI, soberano convencido de llevar a su pueblo a los logros de desarrollo y democracia que anhela.

Para ello, Marruecos no duda en reconciliarse con su pasado cuando ha lugar. No vacila en poner el respeto de los derechos humanos al frente de sus prioridades, como base ineludible de toda educación democrática. No se trata de la pretensión de construir ningún paraíso terrenal, sino simplemente de asumir juntos, nosotros los marroquíes, nuestra condición y futuro. Es el nuevo reto del pueblo marroquí, al que no faltaran de contribuir iniciativas constructivas como la vuestra.

Mis mejores deseos de éxito a vuestros trabajos y que sean para beneficio de todos. Gracias.

Abdeslam Baraka 

Toledo 24 de mayo 2001.