Por fin creo que empiezo a aprender.
Cada vez más me cuesta matar a una hormiga o una mosca, por mas que su talla sea ínfima e irrisoria.
No llego a cuestionar que esos insectos tengan un alma que empequeñezca por su talla o su corta esperanza de vida.
Del mismo modo que respeto la vida humana y la convivencia entre semejantes, no puedo dejar de pensar en la posibilidad del buen entendimiento con el resto de las criaturas de Dios.
Abdeslam Baraka
6 de diciembre 2012