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jueves, 11 de noviembre de 2010

Carta a un Pueblo vecino, que respeto

España y Marruecos son países vecinos que tienen relaciones históricas y privilegiadas y que comparten la responsabilidad de asegurar un futuro de paz, de prosperidad y de entendimiento entre sus Pueblos.

Las relaciones internacionales de buena vecindad se rigen ante todo por la reglas de no injerencia en los asuntos internos de cada Estado y de respeto mutuo con el necesario apego al derecho internacional.

Los últimos acontecimientos en la ciudad del Laayoune, revelaron una vez mas la incongruencia de ciertos medios y sectores que no ven mas haya de un cierto sentimiento de nostalgia y de venganza y que no dudan en aliarse al diablo con tal de saciar un resentimiento primitivo. El diablo en este caso es el polisario y sus mentores que no dudaron en los años setenta en asesinar y atentar contra decenas de españoles civiles, pescadores y obreros cuyas familias siguen luchando por que se reconozcan sus derechos como víctimas del terrorismo.

Marruecos es un Estado responsable y respetable que colabora con la comunidad internacional para zanjar esta herencia de la guerra fría con toda la buena fe y la convicción inquebrantable de defender sus derechos y su integridad territorial. Los que dudan de ello o se erigen en justicieros del mundo, no deben olvidar que cada pueblo tiene sus imperativos y obligaciones y que nada justifica su intromisión en asuntos que desconocen, ni siquiera el interés que podría representar para algunos profesionales del sector, las subvenciones de cooperación y de ayuda humanitaria.

Hasta el momento no he leído ni escuchado por parte de aquellos "justicieros del mundo" ni por parte de sus soportes mediáticos, una sola condena al degollamiento de miembros de fuerzas del orden marroquíes cuyas fotos destacan en los sucesos de  algunos medios de comunicación. ¿Que es lo que puede justificar este silencio culpable cuando la víctima es un servidor del orden? ¿O es que la inconsciencia y la intolerancia máxima pueden llegar a acercar esos "justicieros del mundo" a los métodos unánimemente condenables de al qaeda y de tantas otras formas de terrorismo?

En la cobertura transparente del desalojo del campamento ilegal de Gdeim Izik, cerca del Layoune, queda de manifiesto que las fuerzas del orden intervinieron de manera civilizada y ordenada. Los llamamientos previos, por medio de megáfono, a los interesados para desalojar el campamento después de que sus reivindicaciones sociales hayan sido escuchadas y satisfechas así como los medios utilizados para ello, que no difieren de un ápice de las que se utilizan en cualquier intervención policial en Occidente, demuestran que las autoridades marroquíes actuaron conforme a la Ley y de la misma manera que se haría en cualquier otra parte del País.

Es posible que el campamento de Gdeim Izik podía haber durado mucho mas sin causar mayores problemas como fue el caso del campamento de la Esperanza de los trabajadores de Sintel, que duró desde el 29 de enero al 4 de agosto del 2001, en pleno paseo de la Castellana en Madrid, con la diferencia de que las reivindicaciones de los marroquíes de Laayoune habían sido satisfechas y que los disturbios provocados por los grupúsculos separatistas brotaron la víspera del desalojo policial.

Es obvio que la población que se incorporó de buena fe al campamento de Gdeim Izik, fue retenida a la fuerza por los que acostumbran a aterrorizar a la gente humilde. Los habitantes del Sahara Marroquí recuerdan con amargura como el polisario secuestraba a sus hijos para incorporarlos por la fuerza a sus filas y no se sorprenden de la reedición de métodos propios a verdaderas dictaduras de cuya alianza se jacta el pretendido movimiento de liberación.

Quiero dejar claro mi profundo respeto hacia el Pueblo español que supo como luchar por su bienestar y por la situación destacada que ocupa en el seno de la comunidad internacional. Del mismo modo quiero resaltar el perjuicio que supone para este Pueblo vecino y amigo que ciertos sectores nostálgicos mantengan el anacronismo de un cierto sentimiento de paternalismo, culpa o derrota. 

El Sahara marroquí, Tarfaya , Sidi Ifni, El Norte de Marruecos, Cuba, Filipinas o Guinea Ecuatorial y tantas otras tierras lejanas forman parte de la historia española como lo fue el mare nostrum para Roma. Los tiempos han cambiado pero nuestros brazos se abren al progreso común y a la paz duradera en el marco del respeto mutuo y la solidaridad.

Abdeslam Baraka

Rabat el 10 de noviembre 2010