Si un gobierno democrático está acorralado por las agencias de notación por un lado y por la voluntad popular por otro, sus manos no deben temblar al optar por el pueblo quien le delegó temporalmente su poder y que cuenta legítimamente sobre su supuesta plena lealtad.
La alternativa sería que los gobiernos asuman su responsabilidad de protección de sus ciudadanos y de sus economías respectivas y se comprometan a impulsar a nivel internacional una instancia de notación concertada, justa e imparcial. Las agencias existentes seguirían haciendo su business pero serían menos creíbles y reducidas a su valor intrínseco de empresas privadas en permanente competición e interesadas, ante todo, por sus propias pérdidas o ganancias.
¡No sería de mal augurio para la economía mundial!
Abdeslam Baraka
20 de Noviembre 2012
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