Numerosas fueron las palabrerías sobre la "Primavera Arabe". Unas ensalzaban el movimiento sin temer el fuerte olor a sangre, otras se enredaban en conjeturas temerarias. Pocas son los que se acercaban de la objetividad y muchas fueron las que perseguían propósitos nítidamente oscuros.
El hecho es que los países en donde realmente ha prosperado el movimiento tienen un denominador común. Son Pueblos que sufrían de regímenes militares disfrazados de civil a través de la hegemonía implacable del partido único.
Empotrar la condición de árabe a este movimiento constituye, a mi juicio, un sinsentido.
Rebelarse en contra de una dictadura militar, de un partido único o hasta en contra de un mercado inhumano y dominante, vuelve a ser lo mismo.
¿A que viene entonces hablar de raza, lengua o religión? La indignación nunca fue el privilegio de unos sin otros.
2 de Diciembre 2011
Abdeslam Baraka
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