miércoles, 14 de noviembre de 2007

Coherencia en la vecindad

CEUTA Y MELILLA

NO SON EL ÚNICO CONTENCIOSO ENTRE ESPAÑA Y MARRUECOS

No hay amistad posible sin sacrificios como no hay vecindad que se sostenga sin gestos y concesiones mutuas. Al vecino de al lado o se le ignora con el riesgo de que al primer alboroto se arme el follón; o se le trata con respeto y amistad con lo cual se gana en tranquilidad y hasta se puede acudir a su solidaridad en caso de necesidad, que puede ir desde la sal al comino.

No si razón suficiente se solía introducir en los comunicados conjuntos Hispano-Marroquies entre 2000 y el 2004, el término de solidaridad. Se le quiso dar, y se le dio conscientemente, un significado y un contenido. Los acontecimientos no tardaron en mostrar su expresión en la generosa cooperación mutua en casos de catástrofes naturales, incendios y naufragios, en la lucha contra la emigración irregular y el terrorismo.

Del mismo modo no era por nada por lo que se fomentaba el apoyo mutuo a nivel internacional; como fue el caso de la candidatura de España al escaño de miembro no permanente del Consejo de Seguridad, en su día o a la candidatura de Marruecos al Mundial de fútbol del 2010.

Y creo que puedo decir, sin caer en el riesgo de desvelar ningún secreto que se pretendía ir a más y que hasta se llegó a formar un contingente militar conjunto integrado a la Minustah, bajo el paraguas de Naciones Unidas para defender y proteger la paz civil en Haití. Me temo que algunos todavía ne se lo creen.

Las pretensiones de los dos estados eran mucho más ambiciosas y de haber sido concretizados, hubieran aportado la más completa magnitud de acción conjunta de los dos Países, sea en el plano de la paz mundial o a nivel del desarrollo regional.

Otras sendas habían sido experimentadas anteriormente y es conocido que algunos diplomáticos españoles, entre ellos el actual Ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos y el ex. Embajador de España en Rabat, Jorge Dezcallar, que habían ideado la teoría del colchón económico, capaz de amortiguar las imprevisibles crisis entre los dos países, cuando ambos tenían responsabilidades en la dirección general de África del Norte y Medio Oriente del ministerio de Asuntos Exteriores.

Todas estas iniciativas y muchas otras, algunas de ellas espontáneas y ajenas a la diplomacia pero no menos importantes, tienden hacia una sola finalidad que consiste en facilitar la vecindad, limando asperezas y señalando nuevos campos de entendimiento. No son iniciativas administrativas aunque lo parezcan ni son tampoco tácticas políticas y aunque lo fueran, en el fondo reflejan un sentimiento más amplio y representativo de un claro anhelo popular en las dos riberas, sensible a la convivencia efectiva y sostenible.

¿Qué se pretende inculcar a la juventud alegando que Marruecos nunca existió como Estado antes de 1956,? ¿Y qué se gana, ocultando hechos históricos irrefutables o tratando de configurar una geografía a la medida de su antojo? Me temo que tan sólo ignorancia y menosprecio del vecino.

Frente a las perspectivas de concordia y desarrollo común hay que reconocer que los alegatos y descalificaciones en el debate sobre el contencioso de Ceuta y Melilla no parecen que constituyan el mejor camino hacia una solución duradera. Más bien confunden a los Pueblos en los meandros jurídicos y confrontaciones político-mediáticas, despilfarrando más tiempo que el que se necesita para resolver los propios problemas.

La obligación de cualquier Estado, tal y como se define en derecho, es asegurar justicia, estabilidad y seguridad a sus ciudadanos. Tal objetivo pasa por dos vías ineludibles. Una es la Democracia y, la otra, la resolución de los contenciosos territoriales. Todo ello representa en fin, el primer atributo del Estado y el mejor legado que se puede dejar a las futuras generaciones.

Hay que recordar que el contencioso territorial entre España y Marruecos no concierne únicamente a las ciudades de Ceuta y Melilla, sino que sigue latente en el frente Atlántico por falta de delimitación de los espacios marítimos en el área del archipiélago canario.

En el 2003, uno de los grupos de trabajo que se habían creado, después de la crisis diplomática entre los dos países, fue justamente el de la delimitación de aguas territoriales. Sus trabajos no llegaron a su término, posiblemente por no haberse hecho con la discreción requerida en asuntos de esta índole, pero sin duda habían avanzado de manera significativa y substancial.

Pero aún sin resultados tangibles, el grupo de trabajo dio la mejor prueba de que se podían tratar temas sensibles y territoriales entre los dos gobiernos, sin que la tierra temblase. ¿O quizás sea porque los grandes espacios atlánticos no conlleven el simbolismo de los dos presidios, por lo que los políticos pierden la mesura?

Creo sinceramente que lo fundamental, es preservar el futuro y garantizar la convivencia y el diálogo necesarios de dos pueblos nobles, vecinos y con una larga historia en común.

Optar por el statu quo, equivale a mantener un semillero de pleitos que podrían originarse por incidentes fortuitos de pesca, de exploración submarina y otras tantas razones imprevistas. Mantener el statu quo podría significar que se mantenga la turbulencia en la relación diplomática y alimentar en las opiniones publicas un clima de desconfianza y de guardia permanentes.

La otra vía, la del entendimiento bilateral y la coherencia en la vecindad, queda abierta.

Rabat el 14 de Noviembre de 2007

Abdeslam Baraka

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